Se puede definir como la capacidad que tiene nuestro cerebro para adaptar nuestra conducta y pensamiento a situaciones novedosas, cambiantes o inesperadas. En otras palabras, la flexibilidad cognitiva es la capacidad de darnos cuenta de que lo que estamos haciendo no funciona, o ha dejado de funcionar y, por tanto, debemos reajustar nuestra conducta, pensamiento y opiniones para adaptarnos al entorno y a las nuevas situaciones.
La capacidad de cambio, o “mental shifting” en inglés, es el principal componente de la flexibilidad cognitiva. Tanto es así, que a menudo son tratados como un mismo concepto. No obstante, la flexibilidad cognitiva se refiere a la capacidad de adaptarnos al cambio, mientras que el “mental shifting” se refiere al proceso por el cual nos adaptamos a dicho cambio.
La flexibilidad cognitiva tiene un papel relevante en el aprendizaje y capacidad de resolución de problemas complejos. Nos permite seleccionar la estrategia que debemos llevar a cabo para adaptarnos a las diferentes situaciones con las que nos vamos encontrando. Nos ayuda a captar la información del ambiente y responder de forma flexible, ajustando nuestra conducta a los cambios y exigencias de la situación.













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